domingo, 2 de enero de 2011

El café de la discordia

Ni en plenas fiestas navideñas nos van a dejar tranquilos, oigan. La última del año que acabamos de dejar atrás la ha protagonizado el ministro de Industria, Turismo y Comercio, Miguel Sebastián.
Hace pocos días nos levantamos con la feliz noticia que todos esperábamos con los brazos abiertos. Qué crisis ni qué ocho cuartos. A partir del 1 de Enero, la electricidad subirá un 9,8% de media en nuestros recibos y ante este fantástico dato -al que por otro lado ya estamos acostumbrados- el señor ministro ha salido por peteneras y ha restado importancia a la subida de la luz, afirmando que tan solo equivale a poco más de un café, unos 1,7 euros por persona al mes.
Por su parte, la asociación de consumidores FACUA-Consumidores en Acción, ha criticado las cifras del gobierno, afirmando que el cálculo del ministro se ha elaborado teniendo en cuenta las casas vacías, con lo que en realidad, el ascenso para un usuario medio será de unos 6,7 euros al mes, más del doble de lo estimado.
Partiendo de la base que un café vale lo mismo para el señor ministro -que gana un pastizal- que para uno que cobra el salario mínimo interprofesional o el subsidio para desempleados, dicha medida supone un ataque frontal a las economías domésticas y favorece de nuevo a los grandes grupos empresariales del sector eléctrico, ante la falta de sensibilidad de nuestros políticos en un tema que levanta ampollas en la epidermis económica de todos los ciudadanos. Llegado a este punto, me pregunto cuándo llegará el día en que nos despertemos con alguna noticia que favorezca a los consumidores -palabra endiablada que nos han metido hasta en la sopa e instalado en nuestro vocabulario capitalista- de una buena vez.
Si sólo fuera éste el ámbito en el que se aplican medidas económicas sobre la población, nos daríamos con un canto en los dientes. El problema es que las anchas espaldas de las familias deben soportar además la subida del precio de la gasolina, los transportes, la alimentación, el IVA, la congelación de las pensiones y la bajada de sueldos a los funcionarios, por no hablar de los miserables salarios con los que debemos afrontar tales aumentos. Podría continuar hablando de cómo nos roban los bancos, las empresas de telefonía o la compañía del agua, pero me permitirán que lo deje ahí, porqué en este terreno ya me entra la risa tonta.
Alguien debería explicarle al ministro Sebastián que en una sociedad con más de cuatro millones de parados, con una economía a la deriva, con un nivel de confianza cero por parte de los mercados, con los comedores sociales repletos como nunca antes se había visto, no se puede frivolizar y realizar un comentario como el que salió de su boquita. Me parece una falta de respeto y una humillación. Sin embargo, todos sabemos que quedará en saco roto y no pasará a ser más que otra decepción de una gran cantidad de ciudadanos que un día votamos a esta panda de hipócritas.
Y entrando en el tema ideológico, alguien debería explicarle también al señor ministro y a otros tantos como él que forman parte de nuestro gobierno, que la bandera que enarbolan nada tiene que ver con el socialismo de andar por casa que ejecutan a diario. El socialismo de verdad que tantos millones de españoles quisiéramos ver aplicado en este país, se basa en un orden socioeconómico constituido por y para la clase trabajadora, en el que se pusieran por delante las necesidades de los ciudadanos en lugar de las de los bancos y las grandes empresas. La realidad, sin embargo, es otra y son precisamente ellos -los grandes bancos y multinacionales- los que cortan el bacalao y ponen las reglas, convirtiendo en un simple títere a este gobierno y a cualquiera de los que le seguirán, sea del color que sea.
Qué curioso. Y luego vamos dando clases de democracia y creyéndonos los embajadores del nuevo socialismo del siglo XXI. Flaco favor le hacemos a todos aquellos que nos quieran escuchar.

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