domingo, 6 de enero de 2013

Historia de un espejismo

Creemos que otra forma de gobernar es posible y desde esa idea vamos a trabajar. Entendemos la política como un servicio público. Nos debemos a nuestros vecinos y no a la inversa. Es nuestra obligación, y así lo haremos, trabajar por el bien común de nuestro pueblo, atendiendo sus necesidades y solucionando sus problemas.
Estas palabras fueron pronunciadas en Junio de 2011 por Elena Biurrun en el pleno de su investidura como alcaldesa del municipio madrileño de Torrelodones. Y ahora les voy a explicar por qué le dedico a ella y a su partido local mi primer artículo de este recién estrenado 2013.
A finales del pasado año, un amigo que es fiel seguidor de este modesto blog me dijo que ya estaba bien, que me dejara de malos rollos y me dedicara a buscar una noticia positiva de la que hablar, al menos una. Pues bien, la tengo. Ha pasado más de un año y medio desde que se pronunciaran las palabras con las que he iniciado mi exposición y es por tanto un buen momento para recapitular las medidas que se han adoptado en el municipio de Torrelodones -situado a 29 Km de Madrid- tras la llegada a la alcaldía del partido "Vecinos por Torrelodones" con su compromiso por la transparencia, la participación ciudadana y la lucha contra la corrupción, acabando con 24 años consecutivos de gobierno del Partido Popular. Dicho partido vecinal, sin políticos profesionales en sus filas, se formó hace siete años como una plataforma contra la construcción en el pueblo de una gran urbanización con campo de golf, proyecto impulsado por el anterior gobierno. En su primera participación en unas elecciones, con esa oposición a la esmentada operación de especulación inmobiliaria como bandera, obtuvieron unos resultados sorprendentes, alcanzando el 23% de los votos y situándose como segunda fuerza política, pero fue ya en 2011 cuando se hicieron con la alcaldía obteniendo un total de 9 concejales y ascendiendo hasta el 37% del total de votos.
La nueva alcaldesa Elena Biurrun y su equipo de gobierno llevaron a cabo entonces una serie de medidas que, visto lo visto en el panorama nacional, nos parecen de otro mundo cuando en realidad no deberían extrañarnos en una democracia justa y transparente. Pero ya saben, la justicia y la transparencia en nuestra democracia ni están ni se las espera. Entre esas medidas insólitas me gustaría destacar algunas como la bajada de sueldos de un 20% de la alcaldesa y su equipo de gobierno, la eliminación de cargos políticos de confianza y asesores, el establecimiento de un compromiso de transparencia según el cual todos los sueldos municipales están colgados en la web del ayuntamiento para consulta pública, el recorte de gastos prescindibles como fotocopias, comidas protocolarias o aperitivos, la eliminación de la grua municipal, la furgoneta de atestados de la policía y el coche oficial del alcalde -con chófer incluido-, la renegociación de los contratos con las empresas de basura, limpieza y otros servicios urbanos, y por último la puesta al día con el pago a proveedores que se establece en torno a los 30-35 días. No se asombrarán entonces si les digo que el ayuntamiento tuvo el pasado año un superávit de 5,4 millones de euros.
Ante la evidencia, podemos afirmar sin medias tintas que otra manera de gobernar es posible, que basta ya de excusas, de herencias recibidas y de realidades que obligan a tomar decisiones dolorosas. Las principales virtudes de un buen gobernante deben ser la honestidad en su trabajo, la buena gestión del dinero público, un gran sentido de la justicia social y la defensa de un orden de prioridades que mantenga al ciudadano siempre en su cúspide, porque los gobernantes, al fin y al cabo, se deben exclusivamente al pueblo que les ha elegido para representarles.
Lamentablemente, el caso que hoy tratamos es un oasis en el medio del desierto, es la historia de un espejismo que nadie sabe cuándo desaparecerá ante las garras del poder que todo lo corrompe. Llegados a este punto es cuando me pregunto si ante el desgaste diario se volverán inmunes a la realidad de la calle y estos vecinos por Torrelodones pasarán a convertirse en políticos hipócritas al uso para beneficio de sus propios intereses. Quizá otro día les diría que sin duda acabarán como todos, seducidos por el poder y el dinero que ablanda conciencias, pero qué quieren que les diga, hoy me siento positivo y me niego a creerlo. Disculpen, pero es mi propósito para este nuevo año, al menos hasta que llegue el primer desencanto.

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