lunes, 7 de noviembre de 2011

Los trileros de las aulas

Hay que ver lo duros que se han puesto los de la Conselleria d'Ensenyament de la Generalitat de Catalunya con las nuevas normas de evaluación de secundaria y bachillerato. A su lado, el sargento de hierro que interpretaba Clint Eastwood queda a la altura de una carmelita descalza. Vamos, que ante el endurecimiento de las normas impuestas para pasar de curso, los chavales van a ir al colegio con el miedo en el cuerpo, es más, ya están temblando.
Y es que no es para menos porque a partir de ahora tan sólo podrán avanzar de curso con un máximo de cuatro asignaturas suspendidas -las pobres criaturas- pues Ensenyament ha limitado a dos el número de materias que puede aprobar la junta de evaluación, pasando los estudiantes -por llamarles de alguna manera- al curso siguiente con otras dos asignaturas pendientes de recuperación.
Si esto es endurecer el sistema de evaluación, imagínense lo que era antes: la vista gorda más absoluta, la Sodoma y Gomorra educativa, los trileros de suspensos y aprobados arbitrarios, al antojo del claustro de turno. Ante esta situación, yo me pregunto, ¿con qué objetivo se ha seguido esta tónica durante los últimos años? ¿Cómo es posible que en el curso 2009-2010, el 26% de los alumnos catalanes obtuviera el título de ESO pese a no haber aprobado todas las materias?
Creo que la respuesta es tan sencilla como triste: el único objetivo de estos mercenarios del sistema es maquillar las cifras de fracaso escolar. Eso es lo que verdaderamente les importa a todos los Consellers d'Ensenyament en particular y al resto de políticos catalanes en general, con el fin de no tener que rendir cuentas sobre el gran problema de la educación, que debería ser uno de los pilares en que se basara nuestra sociedad.
Pero ya ven, la realidad es que con la nueva norma no va a variar demasiado el cachondeo educativo y lo que podría haber sido el inicio de un cambio en la mentalidad de docentes y alumnos, va a quedar en la nada más absoluta. Se seguirán perdonando suspensos, se continuará permitiendo que un estudiante pase al siguiente curso hasta con cuatro materias suspendidas y se mantendrá la imperante ley del mínimo esfuerzo entre nuestros jóvenes mientras las mentes educativas más sesudas y eruditas creen que les hacen un favor y piensan que de esta manera les liberarán de posibles traumas psicológicos ante los suspensos y el fracaso. ¿No son conscientes de que sus actos de hoy serán un problema el día de mañana? ¿No se dan cuenta de que están creando una juventud sin el más mínimo conocimiento de valores como el esfuerzo, la constancia o la responsabilidad?
Antes, un suspenso era un suspenso, y por muy persistente que fueras en tus súplicas, éste no te lo quitaba ni Perry Manson, pero está visto que hoy en día vale más sacar pecho en los medios de comunicación junto a informes con altos porcentajes de titulados que pensar en el futuro de varias generaciones. Esas mismas generaciones que cuando se den de bruces con la vida real, verán que ahí afuera nadie les va a regalar nada y que durante todos estos años de formación han sido víctimas de una farsa y de una auténtica tomadura de pelo. Aunque quizás, estarán tan acostumbrados a no pensar, que seguramente no piensen en ello.

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