viernes, 16 de noviembre de 2012

A reclamar al maestro armero

Alguien debería pararles los pies, o mejor dicho, las manos con las que reparten mandobles a diestro y siniestro. Las actuaciones llevadas a cabo por los antidisturbios de los Mossos d'Esquadra en Cataluña durante las concentraciones y manifestaciones realizadas con motivo de la huelga general del pasado 14 N, no hacen más que confirmar lo que ya sospechábamos. Estos tipos ataviados con cascos, protecciones innumerables, porras y escopetas, no sólo disfrutan con la brutalidad que ejercen sobre hombres, mujeres, ancianos e incluso niños, sino que además disponen de una impunidad que pone los pelos de punta.
Concretamente, el pasado miércoles sucedieron dos acciones que me escandalizaron profundamente, y aún hoy, viendo de nuevo las imágenes por televisión, me hacen hervir la sangre. Durante la mañana fue en Tarragona donde un valiente agente de los Mossos asestó un porrazo a un peligroso niño de 13 años, provocándole una aparatosa brecha en la cabeza a la que los médicos tuvieron que aplicar cinco puntos de sutura, y por la tarde, en la Plaça Catalunya de Barcelona, una mujer recibió el impacto de una bala de goma en el ojo izquierdo que le produjo la explosión del globo ocular y la consecuente pérdida de visión de dicho ojo.
Son como perros de presa. No distinguen entre sexos, razas ni edades. Entran como elefantes en una cacharrería y sálvese quien pueda. Lo curioso es que esos mismos policías que no dudan en manifestarse ante los recortes sufridos en sus sueldos gracias al gobierno que defienden y representan, al día siguiente dejan en casa la empatía y la solidaridad hacia aquellos que muestran -pacíficamente en la inmensa mayoría de casos- su descontento con la situación actual de la misma manera que lo hace el colectivo policial.
El problema de los lamentables episodios ocurridos tanto en Tarragona como en Barcelona, no es tan sólo el dolor físico causado a los agredidos, la humillación o la injusticia de tales actos, sino la impunidad con la que estos señores ejercitan la violencia gratuita en tantas ocasiones, amparados en el encubrimiento de sus superiores, en la permisividad de las propias instituciones y en el incumplimiento de la ley. Ya ha llovido desde aquel lejano mes de Noviembre del 2008 en el que se publicó en Cataluña un decreto según el cual todos los agentes de los Mossos d'Esquadra -excepto los que vistan de gala, por lo tanto antidisturbios incluidos- deben llevar visible su número de identificación policial. Dicho decreto nunca ha llegado a aplicarse en el caso de los antidisturbios, justificando el incumplimiento de la ley con la vieja excusa de evitar denuncias falsas. Otra de las defensas más recurrentes a las que se acogen es vaga a la vez que tramposa: afirman que efectivamente muestran su número de identificación, pero lo mezquino de su argumento es que en realidad lo lucen bajo el chaleco de protección, impidiendo a cualquier ciudadano conocer la identidad del agente que le acaba de abrir la cabeza y proceder a su denuncia inmediata.
Supongo que ocurrirá lo de siempre y se seguirá incumpliendo la ley de identificación policial hasta el día que suceda una desgracia. Un golpe de porra mal dado, una bola de goma que impacta en el lugar equivocado, un atropello mortal involuntario. Entonces sí, todos a correr, y me juego lo que quieran que a la semana siguiente veremos a los antidisturbios con un número fosforito en su chaleco del tamaño de Cuenca, con el nombre, el DNI y la talla de calzoncillos que calza el susodicho si es necesario. Y es que aquí somos así. Podemos pasar en un nanosegundo de ignorar olímpicamente las leyes que nosotros mismos promulgamos a ser más papistas que el Papa. Pero hasta que llegue ese día, ya saben, leña y a reclamar al maestro armero.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Ahora vienen las prisas

Desde esta plataforma en la que desahogo la mala leche que provoca vivir en este país nuestro de improvisación y demagogia, quiero felicitar a las entidades bancarias españolas en general y a La Caixa en particular por su última actuación. Enhorabuena, lo habéis conseguido. Ya tenéis un piso más en Barakaldo para vender y engordar vuestras arcas. Tan sólo existe un problema, que sin duda no será un gran obstáculo ni una gran carga para las conciencias de los dirigentes de dichas entidades: una mujer se ha suicidado lanzándose al vacío justo en el instante en que la policía entraba en su portal para proceder al desahucio de la vivienda que había dejado de pagar por problemas económicos.
Su nombre era Amaya Egaña, tenía 53 años y ya es el segundo caso de suicidio relacionado con una ejecución hipotecaria tras el de Miguel Ángel Domingo, que el pasado 25 de Octubre apareció colgado en el patio de su vivienda, ubicada en Granada.
Ahora todo el mundo se echa las manos a la cabeza y se pregunta cómo ha podido suceder semejante acto de desesperación, pero este drama que sacude a millones de personas no es nada nuevo en la sociedad española. Cabe recordar que desde el 2008 se han ejecutado 350.000 desalojos y para el próximo año hay cálculos que indican que se llevarán a cabo alrededor de 100.000 más. Las clases dirigentes han cerrado sus ojos al problema durante varios años, y lo que es aún peor, han dado a los bancos carta blanca para aplicar sus políticas de usura y vileza además de proporcionarles miles de millones de euros a través de aquella famosa "línea de crédito en condiciones extremadamente favorables". Esa carta blanca fue disfrazada de manera lamentable por el presidente Rajoy con la creación de un código de buenas prácticas destinado a detener los desahucios y que dejaba a la buena voluntad de las entidades financieras la decisión de desalojar o no a las familias. Como era de esperar, esa medida fue papel mojado desde el mismo día de su creación.
¿Alguien en su sano juicio podía pensar en que los bancos actuarían de buena voluntad? ¿A alguien se le pasó por la cabeza que dejarían de ganar millones de euros a cambio de no dejar a la gente literalmente en la calle? ¿Alguien dudaba de que estos señores no tienen corazón y de que en su lista de prioridades se encuentra el dinero en primer lugar?
Hay que poner este tema en antecedentes y recordar que los que pusieron sobre la mesa el gran problema que nos acecha fueron las plataformas sociales y de afectados como "STOP desahucios" o la "Plataforma de afectados por la hipoteca" (PAH) a través de sus innumerables protestas e incluso con la presentación ante el Congreso de varias iniciativas legislativas populares, ninguna de las cuales fue debatida en un pleno. A pesar de la insistencia, su voz no fue escuchada en ningún momento por los políticos que deberían actuar como los representantes del pueblo. En este sentido, tampoco podemos olvidar que los dos grupos mayoritarios en el Congreso, PP y PSOE, se han negado reiteradamente a modificar la ley hipotecaria y a permitir la dación en pago en caso de insolvencia ante la hipoteca. Han tenido que ocurrir dos lamentables muertes que se podrían haber evitado para que tanto al gobierno como a la oposición les vengan ahora las prisas. Rajoy ya ha adelantado que mañana se reunirá con Rubalcaba para tomar nuevas medidas y que acelerará los contactos con cajas y bancos para pedir una moratoria en los desahucios.
Es muy español eso de no reaccionar hasta que ocurre una desgracia, hasta que no se le ven las orejas al lobo. El drama social que viven millones de personas les importa un carajo a aquellos que nos gobiernan porque para ellos somos invisibles mientras vayamos sobreviviendo, trampeando, revolcándonos diariamente en el fango para salir adelante. Sin embargo, todo cambia cuando alguien pasa a mejor vida. Alto ahí, eso ya es otra cosa. La muerte -aún más si ésta se produce tan injustamente- conlleva un impacto emocional tan grande sobre el conjunto de la población que podría ser peligroso. Me imagino lo que a Rajoy se le habrá pasado por la cabeza: ¿Y si se les acaba la paciencia? ¿Y si llegan de verdad a ocupar el Congreso? ¿Y si nos echan a patadas?
El típico y viejo truco de la reacción inmediata ante una acción peligrosa. Un poco de agua que apague el fuego aunque sea ligeramente. En definitiva, más de lo mismo, hasta que algún día el pueblo diga basta.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

La independencia austera

Si existiera un paralelismo entre los políticos catalanes y los personajes bíblicos, sin duda alguna, Artur Mas, President de la Generalitat de Catalunya, sería el elegido, el líder mesiánico que guía al pueblo a través de las aguas turbulentas, el visionario capaz de hacer levantar a un cadáver y que éste ande súbitamente. Así es como él se ve, o quizás es ése el personaje que se ha creado para salir de ésta políticamente vivo, incluso aún añadiría más, convertido en un héroe del imaginario nacionalista catalán.
Dicen que no hay nada mejor que estar en el momento adecuado y en el lugar idóneo, pero si tienes la mala fortuna de presidir la Generalitat durante la peor crisis que ha vivido Europa en décadas, lo más adecuado es buscar una válvula de escape, una cortina de humo, una distracción polémica sobre la que atraer las miradas y evitar críticas a tu pésima gestión de gobierno, lo ideal es poner sobre la mesa un tema acalorado que toque sensibilidades, rellene portadas y provoque debates en televisión. Ése es el fin de la independencia que defiende el señor Mas: un gran sentimiento colectivo que apague los fuegos generados por su política ultraliberal, característica tanto de la derecha catalana como de la española a la que el President critica con tanto ahínco cuando le conviene, a pesar de defender bastantes ideales comunes.
Sin embargo, a pesar del órdago lanzado y de sus intentos por crear un debate alternativo a la crisis en los medios de comunicación y en la sociedad, muchos ciudadanos no olvidamos las medidas que este señor ha tomado sin ningún tipo de remordimiento ni piedad durante los dos últimos años, afectando sobretodo a las clases más desfavorecidas. El listado es amplio, por lo que espero no aburrirles.
Para ir abriendo boca, en el ámbito sanitario se ha instaurado el copago de 1 euro por receta, han aumentado las listas de espera y hemos asistido al cierre de ambulatorios, plantas de hospitales y servicios de urgencias. El sistema educativo por su parte, ha sufrido una reducción del 12% en su presupuesto, han aumentado las tasas universitarias hasta en un 66%, se ha eliminado la sexta hora escolar, se han incrementado las horas lectivas de los profesores que a su vez han visto reducida su plantilla y sus salarios, se ha elevado el ratio de alumnos por aula y las becas comedor han sido llevadas a su mínima expresión. Durante estos dos años de mandato, además, hemos sido testigos de diversos casos de corrupción en los cuales su partido se ha visto presuntamente involucrado, como el del Palau de la Música por financiación irregular o el de las ITV por colaboración en amaño de concursos. Y cómo no, debido a una deficiente política económica basada en el despilfarro más absoluto durante varias legislaturas -aquí deben compartirse culpas y responsabilidades- se pidió hace pocas semanas un rescate al Fondo de Liquidez Autonómico por un montante que asciende a 5.023 millones de euros para poder atender al pago de nóminas, proveedores y deudas con hospitales, escuelas y entidades sociales.
La situación es dramática, con un paro galopante que entre los jóvenes alcanza el 53%, con un índice de población catalana en riesgo de pobreza rondando el 30% y con decenas de desahucios diarios que elevan a límites insostenibles el nivel de injusticia social en nuestro país.
Ante todos estos datos, Artur Mas nos da la opción de tapar el sufrimiento que provocan sus medidas de austeridad -a las que hay que sumar las del gobierno central- bajo una bandera y un himno. Pero no nos engañemos. La independencia a este señor le importa literalmente un carajo, entre otras cosas porqué jamás en 35 años de democracia CiU la había llevado en su programa electoral. Pero ahora, claro está, es mucho más sencillo ampararse bajo el paraguas de la senyera y el soberanismo que todo lo tapa, sin tener que perder ni un minuto en dar las explicaciones pertinentes en el Parlament sobre sus medidas económicas y sociales. Como decía el Molt Honorable Jordi Pujol: ara això no toca. 

domingo, 8 de abril de 2012

Marinero en tierra hostil

Hay cosas que en España no cambiarán nunca por muy modernos y demócratas que nos creamos y una de ellas es el sectarismo político que reina en nuestro sistema democrático. El último episodio tuvo lugar el pasado 26 de Marzo en la localidad almeriense de Huércal-Overa. Resulta que el ayuntamiento gobernado por el PP ha considerado que el teatro municipal de dicha localidad debe dejar de llamarse tal y como los vecinos lo habían decidido a través de una encuesta realizada en las redes sociales, y cuando les diga el nombre que libremente fue elegido por los ciudadanos sabrán el porqué. No les haré esperar más. Ahí va: Teatro Municipal Rafael Alberti. Lo entienden, ¿verdad?
El ayuntamiento de Huércal-Overa ha creído conveniente que al municipio no se le relacione con uno de los poetas andaluces más importantes de la literatura española por el hecho de que tal nombre "no vende al municipio y no tiene una vinculación histórica con el mismo".
Señores, no nos engañemos. Quitémonos las máscaras y llamemos a las cosas por su nombre. Si una pandilla de políticos conservadores han retirado dicho nombre del teatro municipal ha sido porque Rafael Alberti fue comunista y luchó durante toda su vida por esos ideales que le llevaron al exilio durante tantos años.
Me parece lamentable que ciertos nostálgicos de otras épocas pongan por delante las creencias políticas de alguien que por encima de ideas y posicionamientos fue un artista excepcional, cuyo nombre por sí solo daría prestigio a cualquier edificio o monumento que lo tomara como suyo. Me entristece contemplar a estas alturas cómo ciertas decisiones tomadas por tipos sin el nivel cultural suficiente como para llevarlas a cabo, tiran por el suelo la figura de grandes personajes y artistas de nuestro país por el simple hecho de militar en la izquierda y defender la lucha por la democracia, la libertad, la justicia y la dignidad arrebatadas durante demasiado tiempo.
Lo más preocupante es que no es el único caso que se ha dado recientemente sino que a través de la limpieza ideológica del callejero están intentando borrar todo vestigio de comunismo, socialismo o cualquier ideología que tenga un ligero aroma a izquierda. Como ya informó el diario Público hace unos días, en Villamayor de Calatrava (Ciudad Real) se han retirado los nombres de las calles Pablo Iglesias, Pablo Neruda y Enrique Tierno Galván, en La Zubia (Granada) han desaparecido las calles Miguel Hernández, Durruti y Che Guevara, y en Elche han sustituido el anteriomente conocido como Jardín Dolores Ibárruri por el Jardín de la República Argentina.
Tanto en el caso de Alberti como del resto de autores, pensadores o políticos a los que se intenta sumergir en el olvido, por mucho que hagan desaparecer sus nombres de muros y placas municipales jamás podrán borrar sus actos ni su recuerdo en la memoria de millones de españoles.
A este paso, alguna mañana nos levantaremos con la noticia de que Ana Botella ha ordenado descolgar el Guernica de las paredes del Museo Reina Sofía y confinarlo bajo siete llaves en los sótanos del Museo del Prado. Ya saben que para cierta gente la figura de Picasso como genio pictórico universal queda muy por debajo de su faceta de rojo antifranquista. Ante tanto disparate sin sentido, reconozco que hay ocasiones en que a uno le entran ganas de haber nacido un poco más al norte, concretamente al otro lado de los Pirineos, mon dieu...

jueves, 5 de abril de 2012

Defrauda y vencerás

Lo que está ocurriendo en este país bajo la recurrente excusa de la crisis mundial, la recesión económica y el mantenimiento del estado del bienestar, no tiene nombre. La última ocurrencia del gobierno del PP es de una gravedad absoluta y no es ni más ni menos que el establecimiento de una amnistía fiscal para particulares y empresas que hayan defraudado a Hacienda, pagando tan sólo un simbólico gravamen del 10%.
Es decir, que bajo el eufemismo de amnistía fiscal se esconde una vil operación de blanqueo de dinero evadido a paraisos fiscales -popularmente llamado dinero negro- que saldrá a la luz sin castigo alguno para los defraudadores y pasará a ser legalizado con el fin de engordar las maltrechas arcas del Estado. Ante lo cual me pregunto, ¿cuál es el mensaje que nos manda el gobierno a los españoles con esta medida que premia a los defraudadores mientras al resto de ciudadanos que pagamos nuestros impuestos religiosamente se nos exigen continuos sacrificios que parecen no tener fin?
Claramente se trata de un mensaje demoledor para la conciencia de este país y demuestra la incoherencia fiscal de un gobierno que anteriormente había criticado la medida, además de la injusticia social que representa el favorecimiento a los más poderosos y el ensañamiento sobre los más débiles. Pero además de injusta, la medida podría resultar anticonstitucional, tal y como defiende la Organización de Inspectores de Hacienda del Estado, es decir, los funcionarios responsables de perseguir el fraude, basándose en el artículo 31 de la Constitución, que defiende que "Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad".
Visto que el plan antifraude que tenía pensado el gobierno se basa en la legalización de dicho fraude a través de una amnistía fiscal hacia todos aquellos que hayan engañado al Estado, a estas horas más de uno se estará relamiendo a la espera que se aplique el nuevo plan antidroga, ante el cual, supongo que Mariano invitará a todos los españoles a unas rayas. Bendito país.

viernes, 23 de marzo de 2012

Carlos, el tupamaro

Hace unas cuantas noches conocí a uno de esos tipos que merece la pena conocer, y lo hice en el lugar necesario para que las conversaciones surjan, fluyan y se desarrollen, dejando paso a otras que guardan la vez pacientemente. Como habrán imaginado, fue en la barra de un bar donde conocí a Carlos.
A primera vista tiene aspecto de tipo duro, curtido en mil batallas, de esos con los que es mejor no jugarse las habichuelas. Gabardina de cuero estilo matrix, chaleco, guantes -también de cuero- con tachuelas, dejando los dedos al aire. Carlos es un cincuentón de barba poblada aunque bien cuidada, dentadura impoluta, gafas de pasta negra y sien plateada por los años y las historias, algunas de las cuales tuve el placer de escuchar en aquella noche sin prisas.
La suya es una historia como la de tantos otros que tuvieron que dejar su país para salvar la dignidad y ante todo, salvar la vida. Combatiente tupamaro en su Uruguay natal, no le quedó otra opción que emigrar a la Argentina y desde ahí cruzar el charco con destino a Suiza. Demasiado tiempo el que ha pasado alejado de los suyos, a pesar de lo cual ha sido capaz de sacar fuerzas en los momentos duros y no desperdiciar todos esos años de nostalgia en el exilio, labrándose un futuro a base de estudio y esfuerzo hasta llegar a convertirse en un profesional de la enfermería.
Y ahí es cuando uno piensa en las vueltas que es capaz de dar la vida y en los caminos por los que ésta nos conduce, unas veces por simple azar y otras como consecuencia de un firme convencimiento en llegar al objetivo marcado. Pienso también en los amigos que están lejos y en los que están cerca aunque con la mente puesta en una posible huida de este país sin oportunidades, al igual que pienso inevitablemente en mi familia uruguaya que cruzó un océano para extrañar eternamente su paisito y nunca más ser de aquí ni de allá. Pienso en definitiva en tantas personas que a estas alturas ni siquiera intuyen dónde acabarán en la búsqueda de su lugar en el mundo.
Esta crisis nos ahoga y en ocasiones nos deprime, pero también nos abre los ojos para hacernos ver que existen otras realidades y que la senda que otros antes se plantearon con más dudas que certezas también puede abrirse para cualquiera de nosotros, quizás esta vez no para salvar la vida como Carlos, pero sí para sembrar un poco de esperanza en nuestras vidas manipuladas por este mundo que tiñe de gris los sueños. No dejemos que ese gris desemboque en el negro. No dejemos de buscar nuestro camino. No dejemos de soñar.

jueves, 1 de diciembre de 2011

La fiesta de la tecnocracia

Supongo que les habrá sorprendido que hasta el día de hoy no haya escrito ni una sola palabra sobre las elecciones generales celebradas el pasado 20 de Noviembre. Les tengo que reconocer que no me apetecía un carajo tocar el tema, dadas las encuestas previas y los posteriores resultados que han acabado alzando a Mariano Rajoy -también conocido como Mariano "El Constante", era ésta la tercera vez que se presentaba- a la presidencia del Gobierno.
Si algo me llama la atención de ese día en el que concedemos el voto y nuestra confianza al político de turno que inevitablemente acabará por defraudarnos, son las tópicas expresiones utilizadas por esos mismos políticos y por la prensa. Existen varias -ya muy sobadas, dicho sea de paso- entre las que destacaría todas aquellas relacionadas con el instrumento estrella de la jornada: la urna. Dos claros ejemplos son la siempre útil "millones de españoles están llamados a las urnas" o la muy recurrida "encuentas realizadas a pie de urna". Sin embargo, dejando urnas aparte, mi preferida -por falsa y demagoga- es la que aboga por la exaltación de una supuesta "fiesta de la democracia". Y digo supuesta, falsa y demagoga porque precisamente en nuestro país, durante ese día no se vive fiesta alguna, y desde luego tampoco se escenifica lo que debiera ser una democracia.
Desde aquellas primeras y lejanas elecciones generales del 77, tras la muerte de Franco, nuestra democracia ha dejado de ser una fiesta en la que la población ilusionada y hambrienta de cambio soñaba con un futuro mejor a través de la puesta en práctica de unos ideales políticos en favor de una sociedad que despertaba tras 40 años de férrea dictadura e ideales silenciados.
Hemos convertido la mal llamada "fiesta de la democracia" en un relevo bipartidista sin opción al cambio que dura demasiados años, en un quítate tú pa ponerme yo sin propuestas inteligentes ni innovadoras, en una triste y penosa comparsa de papeletas desiguales ante la injusta ley electoral que sufrimos, en un procedimiento rutinario sin pasión ni alegría, en definitiva, en cualquier cosa menos en una fiesta.
En lo referente a la segunda parte de la expresión, qué les voy a contar que ya no sepan. Llamamos democracia al acto de votar una vez cada cuatro años a unos tipos que no son más que marionetas en manos de los que realmente ostentan el poder, es decir, los bancos, las grandes corporaciones y los mercados. Llamamos democracia al nulo planteamiento de plebiscitos ni referéndums durante toda la legislatura. Llamamos democracia al poder popular que no se digna a salir a la calle ni tan sólo para votar. En este sentido deberíamos aprender de muchos paises en los que el voto es obligatorio, ya que obligatoria debe ser la conciencia participativa y el poder soberano de un pueblo. Desgraciadamente, ésta es la democracia que tenemos y seguramente la que nos merecemos debido a nuestro aburguesamiento y desinterés ante la existencia de un estado paternalista que nos trata como niños estúpidos.
No obstante, uno mira a su alrededor y comprueba cómo este desbarajuste sin sentido puede ir a peor, por complicado que parezca. Tan sólo basta con virar al Este y contemplar a nuestros vecinos de Mediterráneo. Paises como Italia o Grecia representan hoy en día la máxima expresión de la devaluación de la democracia como modelo político. La substitución arbitraria de presidentes electos por tecnócratas al servicio de los mercados, deja muy claro cuál es el camino a seguir y disfraza de mal necesario para acabar con el déficit lo que en realidad es un golpe de estado en toda regla. Eso sí, un golpe de estado del siglo XXI, sin derramar una gota de sangre y con un buen traje de Armani que lucir en las ruedas de prensa.
Me consuela el hecho de saber que en las próximas elecciones, al menos variaremos alguno de esos tópicos ya gastados que antes les comentaba y surgirá una nueva frase pegadiza que será portada a toda página en los periódicos y estará en boca de cualquier comentarista mediático que se tercie: "La fiesta de la tecnocracia". Como si lo viera.