jueves, 1 de diciembre de 2011

La fiesta de la tecnocracia

Supongo que les habrá sorprendido que hasta el día de hoy no haya escrito ni una sola palabra sobre las elecciones generales celebradas el pasado 20 de Noviembre. Les tengo que reconocer que no me apetecía un carajo tocar el tema, dadas las encuestas previas y los posteriores resultados que han acabado alzando a Mariano Rajoy -también conocido como Mariano "El Constante", era ésta la tercera vez que se presentaba- a la presidencia del Gobierno.
Si algo me llama la atención de ese día en el que concedemos el voto y nuestra confianza al político de turno que inevitablemente acabará por defraudarnos, son las tópicas expresiones utilizadas por esos mismos políticos y por la prensa. Existen varias -ya muy sobadas, dicho sea de paso- entre las que destacaría todas aquellas relacionadas con el instrumento estrella de la jornada: la urna. Dos claros ejemplos son la siempre útil "millones de españoles están llamados a las urnas" o la muy recurrida "encuentas realizadas a pie de urna". Sin embargo, dejando urnas aparte, mi preferida -por falsa y demagoga- es la que aboga por la exaltación de una supuesta "fiesta de la democracia". Y digo supuesta, falsa y demagoga porque precisamente en nuestro país, durante ese día no se vive fiesta alguna, y desde luego tampoco se escenifica lo que debiera ser una democracia.
Desde aquellas primeras y lejanas elecciones generales del 77, tras la muerte de Franco, nuestra democracia ha dejado de ser una fiesta en la que la población ilusionada y hambrienta de cambio soñaba con un futuro mejor a través de la puesta en práctica de unos ideales políticos en favor de una sociedad que despertaba tras 40 años de férrea dictadura e ideales silenciados.
Hemos convertido la mal llamada "fiesta de la democracia" en un relevo bipartidista sin opción al cambio que dura demasiados años, en un quítate tú pa ponerme yo sin propuestas inteligentes ni innovadoras, en una triste y penosa comparsa de papeletas desiguales ante la injusta ley electoral que sufrimos, en un procedimiento rutinario sin pasión ni alegría, en definitiva, en cualquier cosa menos en una fiesta.
En lo referente a la segunda parte de la expresión, qué les voy a contar que ya no sepan. Llamamos democracia al acto de votar una vez cada cuatro años a unos tipos que no son más que marionetas en manos de los que realmente ostentan el poder, es decir, los bancos, las grandes corporaciones y los mercados. Llamamos democracia al nulo planteamiento de plebiscitos ni referéndums durante toda la legislatura. Llamamos democracia al poder popular que no se digna a salir a la calle ni tan sólo para votar. En este sentido deberíamos aprender de muchos paises en los que el voto es obligatorio, ya que obligatoria debe ser la conciencia participativa y el poder soberano de un pueblo. Desgraciadamente, ésta es la democracia que tenemos y seguramente la que nos merecemos debido a nuestro aburguesamiento y desinterés ante la existencia de un estado paternalista que nos trata como niños estúpidos.
No obstante, uno mira a su alrededor y comprueba cómo este desbarajuste sin sentido puede ir a peor, por complicado que parezca. Tan sólo basta con virar al Este y contemplar a nuestros vecinos de Mediterráneo. Paises como Italia o Grecia representan hoy en día la máxima expresión de la devaluación de la democracia como modelo político. La substitución arbitraria de presidentes electos por tecnócratas al servicio de los mercados, deja muy claro cuál es el camino a seguir y disfraza de mal necesario para acabar con el déficit lo que en realidad es un golpe de estado en toda regla. Eso sí, un golpe de estado del siglo XXI, sin derramar una gota de sangre y con un buen traje de Armani que lucir en las ruedas de prensa.
Me consuela el hecho de saber que en las próximas elecciones, al menos variaremos alguno de esos tópicos ya gastados que antes les comentaba y surgirá una nueva frase pegadiza que será portada a toda página en los periódicos y estará en boca de cualquier comentarista mediático que se tercie: "La fiesta de la tecnocracia". Como si lo viera.