jueves, 7 de octubre de 2010

Sombreros y diarreas mentales

Madrid, años 30. Cuenta la historia que la pintora Maruja Mallo y Concha Méndez, poeta de la Generación del 27, inauguraron el "sinsombrerismo" -término bautizado por Gómez de la Serna- al recorrer las calles de la capital con la cabeza descubierta, provocando un auténtico escándalo entre los transeúntes, en una época en que toda mujer "respetable" debía aparecer en público con la cabeza cubierta. Con los años, el "sinsombrerismo" se asentó y pasó a ser una moda normalizada entre la población. Este cambio de costumbres en el vestir provocó que no pocas sombrererías empezaran a introducir la venta de otros productos en sus comercios e incluso trataran de invertir la tendencia mediante la publicación de anuncios publicitarios con tintes políticos, como fue el caso de un sobrerero madrileño que utilizó como eslogan para su negocio: Los rojos no usaban sombrero.
Han pasado ochenta largos años desde entonces y hoy he recordado esta fantástica anécdota al toparme en menos de media hora con dos adolescentes que lucían sendos sombreros en sus testas aún desamuebladas. Dicho complemento, tan clásico en otras épocas, era la rúbrica de estos muchachos a un atuendo que completaban con tejanos roídos, camiseta y bambas de lengüeta quilométrica.
Y ahí es donde quería yo llegar. El retorno del sombrero a la primera linea de la vestimenta popular -aunque no tan generalizado como entonces, desde luego- no se materializa por una cuestión de elegancia ni de educación. Es simplemente porque la moda lo ha dictado así y las grandes firmas de la costura han dicho que este año se lleva y punto.
Apuestan sobre seguro y lo saben, no arriesgan lo más mínimo porque conocen el percal. El borreguismo de nuestra sociedad ha llegado a tal punto que nada se cuestiona y nunca antes ha estado tan vigente ese original dicho español que proclama: culo veo, culo deseo. Nos dejamos llevar por la corriente a ciegas, sin el más mínimo salvavidas -en forma de crítica u objeción- que llevarnos a la cintura.
Imaginen ustedes esas reuniones de los grandes directivos de la moda mundial en sus oficinas de Nueva York, París o Milán, alrededor de una mesa alargada, riéndose de todos nosotros y llenándose los bolsillos. Piensen por un momento en esas conversaciones. Visualicen al señor Smith diciendo que para la próxima temporada se van a llevar los pantalones piratas de color fucsia a topos amarillos con gorro de piscina a juego, y a su colega, el señor McDonald comentando la jugada, expresando el hecho de que quizás eso sea pasarse de la raya, que la gente dirá "oiga, por ahí no paso", que una cosa es forrarse y la otra humillar a la peña y tal, consciente del timo de la estampita que ejecutan sin escrúpulos. Pero el señor Smith, que es perro viejo, sabe de lo que habla y también sabe que si se ponen de acuerdo, el próximo año llevará piratas fucsias y gorrito hasta el apuntador.
Y en esas estamos, formando parte de esta sociedad sin personalidad que le da lo mismo ocho que ochenta con tal de ir a la última.
Me juego el brazo derecho a que el día menos pensado aparecerá en la pasarela Cibeles una de esas señoritas anoréxicas desfilando con una mierda de perro en la cabeza. El diseñador, dándoselas de intelectual, defenderá su obra como una metáfora sobre el hombre y su fracaso ante la búsqueda de la paz mundial, y nos convencerá de que ése es el último grito. Pero ojo, no pasen por alto lo esencial del invento, ya que lo más in, lo más cool, según el autor, es lucir el mojón bien calentito, recién salido del horno.
Y es que ya lo estoy viendo. Cientos, por no decir miles de gilipollas pidiéndole a su vecino que no, por favor, que no recoja la defecación del perrito con la bolsa, que si no le supone ningún inconveniente se lleva la mierda puesta. Y aquí paz y después gloria.
Tal como está el patio, lo dicho, me juego el brazo y no lo pierdo.

1 comentario:

  1. Es difícil Sr. Ronda no llegar a tales extremos debido a la cobardía personal e intransferible que durante los años, décadas y siglos nos han impuesto a través de la EDUCACIÓN fundamentada de la vergüenza, el miedo y el "porque lo digo Yo". Mientras aceptemos un patrón de conducta como "correcto", una forma de vivir como "digna", tal y como interesa a políticos (o a empresas cualesquiera y del ramo que provengan por que, a estas alturas, es difícil poder distinguirlos al menos, para mí)mientras lo aceptemos y no dudemos, no seamos capaces de preguntar el PORQUÉ que suena tan molesto a oídas del ignorante, mientras tanto habrán unos cuantos privilegiados que pastorearán y otros que haremos de borregos (en el sentido de oveja aunque es válido cualquier entendimiento que quiera darse-le a la palabra). Nos esquilarán tantas veces como lana necesiten (siguiendo desde la metáfora de borrego) y si nuestros hijos aprendices reciben nuestro ejemplo a la hora de la verdad podrán aspirar a ser lana en esta larga vida y qué duro será tener que esperar a que toque el día.
    Hay que animar a todo conocido a romper un poco el típico tópico, el "porque siempre ha sido así" es una mentira inventada porque si siempre hubiera o hubiese sido así no estaríamos escribiendo todo esto a través de una red inter-conectada llegando a todo el mundo, no habría planetas mas que el propio, la Tierra sería plana todavía con lo que dejaríamos de tener dolores de cabeza, y un sinfín de etcéteras hubieran quedado por inventarse. Ánimo, di NO o di SI pero por favor desde el conocimiento.....
    Por cierto Sr. Ronda una gran anécdota que nos habla y nos enseña de la vida, gracias!!
    Ernest Gras

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